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martes, 23 de septiembre de 2014

Artesano de diamantes







Salí del hostal "los comprometidos"...
(sin mayúsculas, un nombre propio
conlleva una brisa de protesta).

Histórico lugar.
Hoy,
sustento de excombatientes,
seres de resplandor oculto
negociados como diamantes brutos,
más baratos antes de ser pulidos,
iban entrando por montones
a la sala artesanal,
casi como reces al matadero
pero a las piedras no se les come,
se les pule para que brillen;
la convicción, sería el cincel,
el verbo, la lija.

El fulgor de la castidad 
no estaba más en sus miradas,
había quedado extraviado 
en el túnel de sus ojos, 
el que debería
conducir a la infancia.
Se perdió entre granadas,
dejó de existir cuando perdieron la sonrisa 
de inocentes chamacos.

Con las armas empuñadas,
esos diamantes adquirían todo el brillo.
Niños convertidos en hombres.

Hombres convertidos en carne y hueso,
negociaron su conciencia 
por voluntad o a la fuerza.
Cambiaron entre tantos anocheceres 
y amaneceres de montaña,
bajo el ataque de un enjambre
de abejas de plomo que al picar mataban. 

Cambiaron el miedo por el odio...

He decidido
cambiarle de nombre al hostal
para que nadie sepa acerca de mis pasos,
al entrar era uno y al salir ya era otro.
Vi mucha Europa en Latinoamérica,
todos servidores de los partidos de izquierda
justificando una supuesta igualdad
y una causa de existencia,
mientras en este lado del mundo
la infancia se convertía en sinónimo de combatiente.

¿Y a esas izquierdas es a lo que se apuesta?
¿O es que para ser intelectual
hace falta tragarse las mentiras de igualdad?

Hasta donde yo recuerdo
siempre se luchó por la justicia
pero ésta a través de la historia,
fue secuestrada por sátrapas
vestidos con el traje de moda.

Todos luchando por llevarse la copa a casa
como si se tratase de un juego de fútbol.
El hombre de negro 
pidiendo asistencia a sus vigilantes guardalíneas.

Seguí andando, orgulloso;
la aventura entonces,
opacaba a la duda
pero la duda fue ganándole pie a mis andares,
alejándome de conversaciones cotidianas.

El sol, continuaba en su caminar repetitivo
alzándose como lanzado con honda
sobre una quimera
donde todo se edifica ayudado por arquetipos.
No, no se levantaba,
era el mundo que llevaba rato dando vueltas
y en cada rotación,
la vida.

El pintor, reuniéndola y dibujando un cuadro.
El escritor, embriagado de imágenes,
impregnaba en etílicos alientos sus letras alcoholizadas,
añejadas.
azucaradas,
con su mirada fuera de este mundo,
viajando a donde el escultor,
erguía un monumento abstracto,
formas irregulares y locas
de vidas sin sentido,
deslizándose por un tobogán ilógico
lleno de flores a sus pies,
pues son lugares de eternas primaveras,
llenas de abejas polinizándolas.
Zunzunes,
zumbidos de notas bajas,
que el músico le arrancaba a las profundidades
donde todo apesta,
donde los demonios hacen orgías del dolor,
donde siempre hay espacio para nuevos visitantes,
donde el alma, convierte la tragedia en arte
y el arte subjetivo y utópico
levanta al sol.

Ese mismo sol del cual el artesano
se aprovechaba para sacarle el centelleo a los diamantes,
desde la isla de los zunzunes y el caimán dormido.






Carlos, 

Jul. 2014 -
Sept. 2014







viernes, 19 de septiembre de 2014

Una caricatura










Conseguí una entrevista de trabajo y me preguntaron que quería ser. Una caricatura, respondí. Como es de suponer no me dieron el trabajo; sin embaro, ya para salir del salón el entrevistador me llamó por mi nombre y me preguntó, porqué.  Sonreí y salí.

Me fui pensando, las caricaturas aguantan con todo y por eso son eternas.





Carlos,
Sept. 2014

sábado, 13 de septiembre de 2014

Good Bye Blue Sky (Pink Floyd)




Good bye blue sky






miércoles, 3 de septiembre de 2014

Trapisonda











Trapisonda



Entre cadenas, 
fecundaron la inmensidad del sinsentido.
Solamente los arquetipos
fueron capaces de subsistir,
como céfiro que se filtra por un embudo.
...
Brisa.
Ideas aparejadas,
cual pirámide de barajas.
Remanente de un vibrátil, 
encontró en la impronta del infinito 
su tubo de escape.

Bajo la supervisión
fue poblándose 
en un caldo de cultivo.

¿Y, la pertenencia es propia?
O es el reflejo de las ideas
de entidades elevadas.

¿Y, la impertinencia?
Es la trapisonda de lo eterno.

Cerebros.





Carlos,

Dic.  2012 -
Sept. 2014





lunes, 1 de septiembre de 2014

Cuentan qué...





Debo advertir que éste es el peor cuento que hasta hoy haya escrito. Habrá quien me entienda. Y es tan malo que me pone en un conflicto, le quiero pero además no se que hacer con él... Es un poco largo pero tampoco lo es para tanto.









Cuentan qué...



...Vivía encerrado en el silencio sin permitir que el ruido circundante le aturdiera. Ruido tan primitivo que aún permanecía inaudible. El ruido sin sentido ni dirección, es caos peligroso. Así que, para contenerlo, permanecía inmóvil en su crisálida taciturna, colgado de ramales inimaginables sin tiempo ni peso ni forma, un gajo en el fruto de las eternidades.

Estaba ..sin pensar.

De alguna manera, ese ruido insurrecto, consiguió penetrar la fortaleza...
-Mientras más largo es el silencio más la energía que acumula, pensaba en su sosegado embrión. Sin darse cuenta, aquel primer alumbrón, ruido silencioso, conspirador; llevaba en sí, la trapisonda de la creación que rompía en consonancia, dando paso al fragor...

Sonríe, el flash…

Todo sonido se encarrera como empujado por una imagen y toda imagen converge en el recorrido que un sonido lleva desde el pabellón hasta el pabellón…

¡Fusilarle! Ha roto con el silencio...

Entonces sucedió. Sin explicar cómo, cuentan que salió del capullo a caminar en la nada. En la fase comatosa del tiempo. Como monje de futuros templos que en sus misterios, terminarían un día por volverse antiguos junto a la práctica de aprender a dar pasos silentes, al caminar sobre papel de arroz sin romperlo.

Roto el voto de silencio el cielo nocturno se llenó de arrocitos en un estornudo. Y, al igual que una luz tenue es un sol en la absoluta obscuridad, el primer sonido de la historia fue un estruendo que se alargó en un sin fin de ooooooooooooooo... Como túneles vacíos formando universos.

-Pactar con el nahual del arroz y de los aguales que le sustentan. La nada estaba caliente, cocinándose en el horno de la creación, con relleno de arroz...
Suspiró. -Aguales montados sobre cometas...

El arroz creció iluminando la nada. No se sabe de dónde brotó. Un día asomó y ya era conciencia. Nació en silencio. Con el entendimiento de las cosas, también nacieron las diferencias. Llegó, haciéndose llamar conciencia.

Fue entonces llamado Labriegastro...

Manojitos que antes eran Manojos. Manojos que habían sido puñados. Como desprendiendo maíz de la mazorca y separando los granos en montoncitos de diez en diez medidas, de cinco en cinco, y de uno en uno... Granos que las polillas etéreas iban comiendo, digiriendo y convirtiendo en polvo para hacerlos ínfimos promontorios de tiempo. La conciencia le dio a las eras el nombre. Nombre de tiempo le dio. Contándola en puños de veinte en veinte. La explicó a secretitos en el corazón de la nueva bestia, la que gracias a los aguales y mucho después del arroz, apareció diciéndose llamar Hombre que como pudo entendió el concepto y lo fue puliendo. Criatura que todo lo hizo suyo. Desde que se dio cuenta que ya tenía conciencia. Todo su entorno a merced de sus caprichos. Desde que se dio cuenta que todo era maleable y dúctil como la arcilla. Todos sus sufrimientos y sus luchas. Todos sus sueños y proezas. Desde que se dio cuenta de la dimensión de los sentimientos. Todos los creadores. Todos los imaginados e imaginarios. Desde que se dio cuenta de su vulnerabilidad. Todos los aparecidos y desaparecidos. Desde que se dio cuenta de cómo asustar. Todas las incógnitas. Desde que se dio cuenta que no hay dos almas iguales. Todas las vastedades. Todos los caminos. Desde que se dio cuenta del horizonte. Todas las historias. Todos los mitos. Todos los temores. Desde que se dio cuenta que hay un más allá. Todos los despertares, todos los anocheceres. Desde que se dio cuenta que un escarabajo empuja al Sol. Todas las vigilias. Desde que se dio cuenta de otras realidades. Todos los padres, todos los vástagos, todos los parentescos. Todos, todos, todos. Hasta todos los nombres. Todos para uno y... Sólo lo propio dejó de ser para todos. Desde que se dio cuenta del tiempo.

Así, fue llamado Labriegastro...

Porque de su silencio nacieron los astros y de ellos una gran mariposa de luces. Astros que celan misterios. Así lo entendieron los bedeles de la conciencia. Fue el hombre (que vino al mundo como quien dice ciego), quien le bautizó con ese nombre en su incapacidad de alcanzar a ver la verdad; cuando una noche sorprendido, intimidado, sintiéndose inerme al ver aquella grandeza, cerró la boca para tragarse el hallazgo. Haber descubierto un cielo plagado de estrellas. Siendo tal la impresión que no alcanzó a digerir el bocado de conocimiento. Estrellas que como luceros fugaces entraron en sus almas a través de los ojos, ventanas por donde todo entra y todo se escapa. Los ojos son la atmósfera de la conciencia. Estrellas que siempre le acompañaron aún antes de conjeturar y que en su fulgor, eran confundidas con un parpadeo o con una boquita que intentaba decir algo.

Labriegastro! Fue el nombre que escucharon desprenderse de esas bocas afásicas que durante sus noches compartidas, en vela, intentaban decir algo. Casi como en clave morse. Labriegastro! Labriegastro! Labriegastro! Labriegastro! Labriegastro! Repitiendo y repitiendo hasta el día de hoy, mencionándolo como canto de los tiempos, entre profecía y profecía. Labriegastro, el labriego de los astros.
La consciencia se mordía los labios al ver la ineficacia de sus lenguajes; imágenes, antes de ser sonido.

...Las imágenes suelen tener el defecto de ir acompañadas de imaginaciones.

Su poesía no es cosa de hombres, su política dejó de serlo para convertirse en acción. Por tal razón no fue llamado ni Poetastro ni Politicastro. De enterarse que ya tenía nombre, quizás congenie con su historia. Más, cuando nació el sexto de sus hijos, de un golpazo pulverizó varios puños de astros que tenía por manos. Soltó escombros que fueron a dar por todas partes como proyectiles y fuegos artificiales causando gran pandemonio en la inmensidad de sus dominios, un campo sin principio ni fin. Cueva inmensa de brillantísimas joyas sin precio. Orden recién establecido. Joven universo de muchos millones y millones de tiempos. Cuando el hombre aún no había aparecido. -Los niños escuchaban atentos.

Se incorporó, y de los escombros formó los anillos que coronan desde entonces al sexto de sus engendros. Mientras lo coronaba, apretaba los dientes, arremetía contra sus mandíbulas, miraba hacia arriba como profetizando en la aparición de un cielo venidero que para entonces no era más que la nada, nada que nada en la nada. Un vacío tan vacío que empezó a chuparlo todo para empezar a llenarse. Tal fue su enfado que sus ojos perdieron pigmento quedando azules como ese cielo viajero de milenios, que pinta un camino de luz durante el día y otro de obscuridad por la noche. Volvía a apretar los dientes, una tronadera de chispas salía del carbón de la noche, disparadas a caminar por esos campos de la inmensa nada, inmensidad que empezó a ser plagada de astros y más nada, de incertidumbre y nada más, de más nada que la nada inmensa que a pesar de llenar y llenar termina siempre siendo nada. Donde las conjeturas nadan en la nada. Nada porque la conciencia lo sabe todo pero nada revela, a no ser gotas extraídas del mar de los misterios. Por tal razón es nada que nada en la nada. Y de ahí, sólo la creación, ...navegante.

Así las chispas se fueron enfriando y creciendo para formar cometas provistos de la saliva eterna.

Algo más que algo debió ser aquello...

Un no sé qué, que atrae multitudes y multitudes de multitudes, como plagas que arriban sin dar aviso.

A dar a los confines fueron los cometas. A revotar en la nada invisible que en realidad tiene algo.

Algo más que algo.

Como cosa de locos, fueron y vinieron, a engendrar hombres, bestias. Flora y fauna. Un hermafroditismo tridecasílabo que evidencia la vida, la recicla, la transforma. Se hizo el primero de los conjuros:

...Dulce y amargo su beso de melancolía
Abre camino por la eternidad viajera
Fuerza maleable que en el universo impera
Es por amor que nunca muere la noche o el día...

Labriegastro que miraba a través del principio y el fin, dejando a su entendimiento nada oculto, anticipándose, vio a los futuros hombres celebrar rituales con flautas y tambores, para callar el llanto de los niños que iban a ser sacrificados en tributo de su sexto engendro.

Por eso rompió en chispas de ira y pulverizó un puñado de astros...

Nuevamente la conciencia quedaba impotente. El lenguaje de imágenes debería ser entendido por la totalidad, aún así resultaba casi ininteligible, incognoscible. Casi insondable. Burlescamente sibilino. El nuevo hombre, el hombre nuevo, al discernir en que su creación fue la consecuencia de un evento caótico, se atemorizó de tal manera que adelantándose a su destino (porque hasta al destino hizo suyo), decidió pagar tributo al sexto engendro, a aquel que devora a sus hijos y tiene la corona de anillos, ofreciéndole infantes que recién llegaban al mundo. Puros. Limpios. Pensaban que de no hacerlo, el mundo acabaría.

De conjuro en conjuro se fue formando la historia...

Figurante y engañosa es esta quimera
Del sueño extraviado que va y viene latente
Castidad varada del triste sueño espera
Trompeta de gélida muerte es aferente

Acostaron al ocho para solapar aquello que todo está en los designios del infinito: -Émulo a la profecía que habla del hijo que destrona al padre.

Un evento recae en otro...

Y, para opacar aquel aciago suceso, en medio de la destrucción, dio desahogo a la vida, la anchura necesaria; enquistándola, junto con la conciencia, en el cogollo de las bestias que en su momento, llegaría a entender la grandeza de los cielos en medio de sus propias confusiones y contradicciones, puestas con ese propósito.

...Cubierta por ceras de azul capullo
Resguardo de muchas vidas tu seno
Incondicional muestra tu amor pleno
Ofreces a manos llenas tu arrullo...

...Y dicho así, la ubicó tercera en la fila de ocho a la que sería cuna de la raza humana. La Dama Rebosante. Una abeja maya, como fue llamada. Residente de una casa de espejos proyectados en el universo...

Los niños, que escuchaban el relato, no lo eran más. Eran ahora, después de concluida la narración, lo que siempre fueron. Almas flotando en espera de su nacimiento. La raza humana tenía ya muchos siglos de haber sucumbido, y el inicio de una nueva era estaba a la puerta de la creación.

Desde el infinito, Labriegastro observaba paciente en la resonancia de su ronquido eterno.
Ronquido que arrulla todo lo que se ve y lo que está por verse.

Observando, cómo un mar de almas descendían como meteoros, al único lugar de la fila que resplandecía lleno de colores verdes y azules. Lugar donde seguirán sacrificando inocentes...







Oct. 2012